“La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar, aún aquellos que nada poseen en el mundo”. Amado Nervo
El tercer milenio ha llegado lleno de retos nuevos y situaciones interesantes. El ritmo de la vida se ha vuelto frenético y las personas, a pesar de tener a su alcance nuevas y mejores herramientas de comunicación, se reconcentran en sí mismas, se aíslan de los demás y evitan la interacción personal cercana.
Del mismo modo, las normas de urbanidad, los buenos modales y la cortesía son artículos cada vez más escasos en el gran almacén global, donde todo tiene precio, aunque no todo tenga valor.
La pregunta sería ¿Dónde quedaron las enseñanzas juzgadas indispensables para que todo hombre o toda mujer se conduzcan con corrección en cada circunstancia o situación a la cual se enfrenta? Si se le pregunta a un joven, dirá que esas son costumbres antiguas, el abrir la puerta y apartarse para dejar pasar puede retrasarlo en su camino a ninguna parte, o el ceder un asiento, lesiona su derecho a no cansarse estando de pie.
En América Latina y Europa, la situación es parecida. Los mayores se quejan del irrespeto de los menores: hijos hacia los padres o estudiantes hacia los maestros. La falta de urbanidad y cortesía se repite en todos los estratos sociales, se manifiesta en personas sin acceso a la educación y en quienes tienen títulos de 4º y 5º nivel. Se hace patente en el maltrato hacia el ciudadano o el cliente por parte del funcionario o el empleado. Se expresa en el abuso de los choferes y en el comportamiento de los pasajeros. Se revela en el trato de un cónyuge hacia el otro.
El uso incontrolado de herramientas tecnológicas se ha convertido en un factor causal de la disminución de la capacidad de expresarse oralmente cara a cara con otra persona, aunque en redes sociales se expongan sin recato las intimidades. El intercambio epistolar interpersonal es un arte perdido. Los jóvenes manejan un vocabulario cada vez más reducido y su conocimiento de la historia, la geografía y la cultura de su propio país es mínimo, en la mayoría de los casos.
Las exigencias modernas han afectado seriamente la convivencia familiar. En algunos casos los padres no saben dónde o con quién están sus hijos o cuáles son sus necesidades espirituales, sus preocupaciones o sus sueños. Las normas, valores o disciplina “están ahí” pero se aplican laxamente o se ignoran. El resultado puede traducirse en jóvenes irrespetuosos, desobedientes o que toman decisiones riesgosas como el consumo de alcohol y drogas, relaciones sexuales precoces y desprotegidas, con sus consecuencias como embarazos no planeados o contagio por infecciones de trasmisión sexual (ITS). Es necesario, entonces, retomar la convivencia familiar.
Según el chef venezolano Sumito Estévez “es en la mesa familiar donde se aprenden los valores que nos definen como sociedad”. Los padres deben retomar la formación en valores y reasumir su papel de control y orientación en aspectos tales como vestimenta, salidas, actividades. Las relaciones deben ser de respeto y disciplina desde la niñez. Cuando en la casa existen normas claras, los niños crecen responsables y adquieren la capacidad de analizar las situaciones antes de tomar decisiones.
Hace más de 150 años, el diplomático y pedagogo venezolano Manuel Antonio Carreño (1812-1874) escribió el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para el uso de la juventud de ambos sexos, cuya introducción comienza “Sin el conocimiento y la práctica de las leyes que la moral prescribe, no puede haber entre los hombres ni paz, ni orden, ni felicidad…” La urbanidad es necesaria e importante en el diario desenvolvimiento, en la escuela, el lugar de trabajo, la calle. Los buenos modales facilitan las relaciones interpersonales y son la llave que abre la puerta del futuro. Nunca debe olvidarse que el hombre se hace humano solo al convivir con los otros.
Autora: María Estela Núñez N. – Profesora Titular de la Universidad del Zulia (LUZ). Editora Asociada – Revista Multiciencias. Editorial publicada en la Revista Multiciencia. volumen 16 #1 – enero-marzo 2016.
Fuente: https://www.produccioncientificaluz.org/index.php/multiciencias/article/view/22377/22073
Imagen: Buenos Modales (Cortesía de https://centrepsicologickaizen.com/)
Hace ya 150 años, el diplomático y pedagogo venezolano Manuel Antonio Carreño
(1812-1874) escribió el
Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para el uso de la juventud
de ambos sexos
, cuya introducción comienza “Sin el conocimiento y la práctica de las leyes
que la moral prescribe, no puede haber entre los hombres ni paz, ni orden, ni felicidad…” La
urbanidad es necesaria e importante en el diario desenvolvimiento, en la escuela, el lugar de
trabajo, la calle. Los buenos modales facilitan las relaciones interpersonales y son la llave que
abre la puerta del futuro. Nunca debe olvidarse que el hombre se hace humano solo al convivir
con los otros.
Lcda. María Estela Núñez N. – Esp
Profesora Titular. Universidad del Zulia
Editora Asociada – Revista Multiciencias