El desánimo afecta la capacidad de enseñar y de aprender.
Estudios demuestran que cuando un docente gestiona sus emociones de manera efectiva, los estudiantes se sienten más seguros, motivados y abiertos a aprender. Porque no hay aprendizaje sin emociones. La motivación, la curiosidad, e incluso la resiliencia en el aprendizaje, están profundamente conectadas con cómo un estudiante se siente.
Brackett, Rivers y Salovey (2011) investigadores de Yale encontraron que los maestros con alta inteligencia emocional mejoran el rendimiento académico de sus estudiantes, creando ambientes de aprendizaje positivos y manejando el estrés en el aula.
Jennings y Greenberg (2009) en un estudio sobre el impacto de la inteligencia emocional en los docentes, demostró que los maestros que gestionan sus emociones generan un entorno de aula más organizado, fomentando una mayor implicación y éxito académico.
El doctor Mario Alonso Puig, médico estudioso de la Inteligencia Humana y la psiconeurobiología de la Universidad de Harvard, en Boston, reflexiona sobre la desvalorización del docente y advierte «Un sistema educativo que no valora el estado de ánimo del profesor…se está equivocando profundamente. El profesor es el elemento más importante del sistema educatino, no es la tecnología, no es el aspecto de las aulas, ni el tamaño de los campos deportivos, es el profesor».. De allí la importancia de recuperar el alma, recuperar el ánimo, animarse, para enseñar bien.
Agrega » Igual pasa con el alumno, si ha perdido el ánimo es muy difícil que pueda captar nada».
Advierte «Si dañas la parte emocional, inevitablemente estás dñando seriamente la parte cognitiva»
Fuente: IG proideha
Imagen: Docencia universitaria en equilibrio. (Cortesía de https://doctorviso.com/)
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