El primer día de año, mi Taita predecía el futuro con dos métodos que resultaban infalibles: el huevo en agua (ovomancia) y las cabañuelas.   Tradiciones que tienen su origen en Grecia y España.

La navidad y el año nuevo son fechas muy especiales para los latinoamericanos con la celebración de tradiciones coloniales. En mi familia siempre hubo un poco de todo. La tradición gastronómica caraqueña, los tamales boyacenses, el turrón y el mazapán. Nunca faltó el nacimiento, el arbolito, las cartas al niño Jesús y los regalos al pie de la cama en la noche de navidad.

En año nuevo podía ocurrir cualquier cosa, desde salir a la calle con las maletas, apretar en la mano derecha billetes o monedas para atraer el dinero, lanzar globos con deseos al cielo, comer las 12 uvas a media noche, etc… Escuchábamos el poema “Las Uvas del Tiempo” de Andrés Eloy Blanco o seguíamos el conteo regresivo por maratónicos programas de TV.  No era extraño escuchar a los mayores profetizar “Éste será mi último año”.

El huevo en agua y las cabañuelas

En Año Nuevo, a mi papá le correspondía la lectura del huevo y la interpretación de las cabañuelas.

El rito del huevo en agua, en el que sólo participábamos sus hijas, comenzaba en la media noche del 31 de diciembre y su lectura al día siguiente.  El huevo revelaba viajes, triunfos, nacimientos, etc…  Era una manera de conectarnos con papá y compartir nuestras inquietudes por el futuro.

Con las cabañuelas papá predecía el clima durante los doce meses del próximo año. La referencia eran los 12 primeros días del mes de enero.  Por ejemplo: el 1ero de enero definía todo el mes de enero, el 2 de enero definía febrero, y así sucesivamente, hasta el 12 de enero que definiría el clima en el mes de diciembre.  

El presagio de las cabañuelas se originó en España y se extendió a países de habla hispana. Los países que aún conservan esta creencia en año nuevo son Colombia, México y España.

La despedida

Mi papá falleció el 2 de abril de 1994.  Un agresivo cáncer de estómago adelantó su partida. En su última Navidad y Año Nuevo en familia, sus nietos le cantaron aguinaldos y lo animaron al pie de su cama.  Ese año no hubo lectura de futuro, ni mencionó las cabañuelas, pero siempre sus enseñanzas estarán presentes en nuestras vidas. Gracias papá.

Mary Plazas. CNP 3160

Imagen: Eduardo Plazas Morales en el corredor de nuestra casa en Los Altos Mirandinos.