_ Justo por debajo de la belleza de los Campos Elíseos, la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo y el Museo del  Louvre, las catacumbas de París guardan millones de calaveras y huesos incrustados en las paredes, como adornos tenebrosos e inconmensurable que han inspirado poemas, cuentos, novelas y películas, como ningunas otras en el mundo._
_Son pasajes subterráneos sombríos adonde depositaron en 1786 cadáveres milenarios ante el temor de que los poblados cercanos a los cementerios fueran contaminados debido a que los terrenos estaban totalmente copados por los muertos y no había espacio para nadie más._ 
_Esos pasajes de París, son la expresión de la tragedia inverosímil de una ciudad hermosa en tiempos antiguos; la huella de las guerras fratricidas y de las pandemias que asolaron esas tierras en tiempos pasados, y que inspiraron a escritores inmortales como Víctor Hugo y Oscar Wilde en sus notables creaciones literarias._ 
_Ahora, esas catacumbas son paseos turísticos para noctámbulos del horror a quienes atraen las historias sórdidas manchadas de sangre. Por donde pasamos, aquellas cuencas vacías nos contemplan desde el fondo de los siglos dejando en nosotros una lección magistral acerca de lo frágiles que somos los seres humanos._ 
_En Venezuela estamos así en pleno siglo XXI, golpeados por el mazo inmisericorde de una casta política que nunca debió acceder a las posiciones cimeras del poder no sólo porque no estuvieran preparados para ello sino porque el trazo de tinta que los dibujó en el cuadro político estaba impregnado del plasma de la deshumanización como no se había visto ni en las peores circunstancias del país._ _Esto nos ha conducido por los parajes oscuros de la muerte diaria a la que desgraciadamente muchos se han ido acostumbrando, como el hechicero que sale por las noches en el coche de Drácula a contemplar sin escrúpulos cómo la dama de la guadaña hace de las suyas sin que desde las alturas del poder nadie haga nada para frenar tanto atropello y tanto dolor._
_Esta tragedia se acentúa ahora cuando el coronavirus cobra espacios vertiginosamente sembrando de muerte el territorio nacional, y, en lugar de convocar a los científicos que saben enfrentarlo, el régimen opta tercamente por seguir su curso en solitaria ignorancia hacia el abismo, dejando a su suerte a médicos, enfermeras y empleados de los hospitales, quienes deben atender a los enfermos sin las medidas de bioseguridad que la cordura aconseja, como han denunciado los diferentes gremios que los agrupan_.  _Lo peor es que, ante las críticas, la respuesta no ha sido otra que «convocar a unas elecciones amañadas», según alerta la comunidad internacional, en las que, por supuesto, la mayoría no cree; y la detención arbitraria, sin fórmula de juicio, la imputación de cargos inventados que conducen hacia las cárceles sórdidas a donde van a parar las calaveras y huesos de los opositores venezolanos, prisiones estas transformadas en las catacumbas del país pobre en que nos hemos convertido, aun cuando nos ufanamos de tener las mayores reservas de petróleo del planeta. ¡Y pensar que esos mismos  dirigentes eran los que clamaban por la defensa de los derechos humanos hace apenas veinte aňos¡ 
_Pero también noto con desazón y tristeza cómo muchos corazones están impregnados de un odio insólito al desear públicamente la muerte de oficialistas enfermos de Covid-19, lo que no es lógico y mucho menos humano, pues no se debe combatir el odio con odio ni aplicar la Ley del Talión del ojo por ojo, puesto que así no lograremos otra cosa que quedar ciegos, como muy bien lo advertía Gandhi._
_A pesar de todo no debemos dejar de soñar en un futuro temprano de libertad, porque poner a dormir los sueños es lo mismo que perder las esperanzas, y sin esperanzas no hay vida._
_Por lo pronto deberíamos colocar un letrero de advertencia como el que nos sale al paso a la entrada de las catacumbas de París._
_*¡Detente! ¡He aquí el imperio de la muerte!*_

(*) Comunicador Social. Analista político. Ancla Unión Radio 93.7 FM de Puerto La Cruz, Venezuela.