No hay edad para colgarse. La niña que se colgaba y se cuelga todavía, acaba de cumplir 72 años de edad.

Una primavera prolongada en el tiempo, que se compromete con la vida,

Está convencida de que colgarse es el mejor ejercicio para mantener la vitalidad y la columna en su sitio. Esto ocurre después de 14 aceleradas vueltas a la Plaza El Parque de Lechería, entre saludos a los vecinos, sonrisas y sudar.

Nuestra niña confieza haber sido gordita, al abusar del helado, la buena mesa y el sedentarismo. Lechería cambió su vida y la gordita quedó atrás.

Hoy es una eterna adolescente que se enamora, con la misma emoción de los 13 años.

Es una niña que vive intensamente cada una de sus estaciones.

Una niña que se reta todos los días. No es extraño verla en las caminatas competitivas, subir el Cerro El Morro, en Playa Lido recogiendo piedritas o restos de madera y desechos para su próximo proyecto, en las redes sociales y en la televisión regional.

Se reinventa todos los días. Se enamora de la vida en el mejor momento, HOY.

Mi amiga, la que se cuelga, nunca está sóla, la acompañan sus recuerdos, su familia, sus amigos, su emprendimiento de reciclaje y su música que suena incansablemente en su hogar y en las caminatas matutinas. No es extraño, escuchar los boleros de Felipe Pirela, música llanera y hasta una gaita zuliana.

Confieza sentirse a gusto en Lechería, ciudad y vencindario donde promete quedarse para siempre.

Por Mary Plazas

Imagen: Mi amiga que se cuelga. Aquí la evidencia. (Archivo)