Sí nos ubicamos en el nivel educativo superior en Venezuela, el panorama es desolador. El Gobierno comenzó por diversificar el Ministerio de Educación y nombrar ministros que no tenían la formación ni trayectoria para ocupar dichos cargos y cuyo requisito único era el apoyo incondicional al partido de gobierno.

Pero el drama de las universidades apenas comienza: los presupuestos de las universidades fueron reducidos progresiva e Intencionadamente. Se desconocieron los presupuestos anuales debidamente presentados y justificados afectando negativamente el quehacer universitario.

Las elecciones de las autoridades universitarias fueron congeladas creando una irregularidad administrativa contraria a la Ley de Universidades y violando la Autonomía Universitaria.

Las escalas y las normas de homologación salarial fueron desconocidas, con el propósito de imponer a los trabajadores universitarios sueldos miserables que no llegan a 3 dólares mensuales.

En algunas universidades públicas nombraron autoridades a dedo, violando flagrantemente la Ley de Universidades y los reglamentos electorales. Desconocen las propuestas de la Asociación Venezolana de Rectores Universitarios (AVERU) y de los diferentes gremios universitarios.


Crearon nuevos institutos, universidades y carreras, sin cumplir con los requisitos estatuidos para tales fines, pero si cargados de propósitos y contenidos de orden político con la pretensión de imponer su ideología.


Eliminaron los seguros de HCM de casi todos los institutos de previsión social de los docentes, dejando vigentes sólo aquellos adeptos al régimen. La salud del personal universitario quedó a la
buena de Dios y en situación de mengua. Negaron los dólares para la adquisición de materiales y equipos tecnológicos y de laboratorio, indispensables para carreras como: medicina, ingeniería, geología y otras, dificultando con ello la actualización del conocimiento y el desarrollo de la actividad docente.


La situación es aún más grave cuando vándalos, con el apoyo de personeros del gobierno y las fuerzas policiales, se han ensañado criminalmente contra la infraestructura universitaria, desmantelándola y robándose equipos y materiales de alto costo, convirtiendo a las universidades en cascarones vacíos.

La falta de medios y recursos ha provocado una deserción estudiantil como nunca antes y pretenden reformar todo el sistema educativo con el rediseño y eliminación de carreras.

Ante este desolador ataque que ha sufrido el sistema educativo venezolano en su totalidad, es fácil deducir que: la calidad y alto nivel de compromiso de los egresados de nuestras casas de estudio superiores está y estará en entredicho, y se enfrentará cada vez más a una escasez de fuentes de trabajo, y la educación dejará de ser fuente de movilidad social y participante activo para mejorar la calidad de vida de la población.

La universidad venezolana de estar a la vanguardia de los adelantos científicos y tecnológicos, pasó a estar en la retaguardia de los países suramericanos y de buena parte del mundo, sin posibilidades de desarrollo.

La fuga del capital humano calificado, la cual, según los últimos cálculos ronda un 30% de los educadores, el número de jubilados se ha incrementado y sin que haya posibilidades financieras de incorporar personal de relevo.

De continuar así, no sólo seremos un país empobrecido económicamente hablando, sino también empobrecido por la deficiente educación de la población en general. En la medida en que este caos continúe, más difícil será el retorno del valiosísimo capital humano venezolano que actualmente está contribuyendo a la generación de progreso y desarrollo en otras latitudes.


Aún abrigo la esperanza de renacer como país próspero, a la vanguardia de naciones desarrolladas, con calidad de vida y con el concurso de sus gobernantes, universidades y sector productivo.


Que así sea!
Rosa Rosal. Profesora jubilada de la UDO.
rosarosaldp@gmail.com