Se supone que en una contingencia tan grave como la que vivimos en la actualidad el Gobierno debería actuar seriamente y no como lo ha hecho hasta ahora viendo enemigos por todas partes.
En otros países los médicos son héroes nacionales por el coraje que han demostrado al enfrentar la pandemia con denuedo y el alma en vilo. Aquí no. Aquí el gobierno los ve como enemigos acérrimos solo por el hecho de confirmar lo que todos sabemos: que el sistema de salud está en coma porque desde hace muchos años se le han negado los medicamentos que la cordura aconsejaba.
Varios médicos han sido detenidos por alertar sobre eso. Algo inconcebible en momentos tan dramáticos como los que estamos viviendo. Solo porque la inmensa mayoría de los galenos no están con el gobierno. Y no lo están porque precisamente han sido ellos quienes han sufrido las consecuencias del problema.
La última actuación lamentable ha ocurrido en Margarita donde en lugar de enfrentar al coronavirus junto con el gobernador se han dado a la tarea de desacreditarlo amenazando con enjuiciarlo. Porque en eso sí son buenos: en meter a la cárcel a quien contradiga las palabras de los jerarcas del régimen.
El reciente caso del Valle de Pedro González donde treinta civiles y varios militares han sido contagiados con el virus ha puesto en evidencia las contradicciones de quienes han tratado de meternos en la mente a punta de bayoneta que las mentiras puestas al sol son verdades inmaculadas, sacrosantas, a las que nadie debe oponerse, so pena de ser llevado a prisión.
Pedro González es un pueblo privilegiado regado por las aguas del mar Caribe, arropado por una selva boscosa tropical y custodiado por montañas desde donde uno puede ver una puesta de sol tan fascinante que nada tiene que envidiarle a la Toscana italiana o al ocaso del Mediterráneo al que con tanto amor y orgullo le cantó Joan Manuel Serrat.
Es un pueblo de gente tranquila. De gente que no se mete con nadie. Donde los días transcurren en paz como en pocos lugares del mundo. Donde el cuatro y el galerón parieron a trovadores como José Ramón Villarroel, el Huracán del Caribe, y a Lencho «Chivato», Francisco Mata y Beto Valderrama para esparcir a los cuatro vientos la poesía melodiosa y costumbrista de pescadores humildes y buenos que viven y trabajan con honestidad a toda prueba y que reciben a los visitantes con los brazos abiertos, sonrisa en ristre y alegría en los rostros curtidos por el sol.
Tierra de periodistas como Evaristo Marín y de médicos como Efraín Rosas. Ahora ese pueblo tranquilo se ha convertido en una zona asediada por las armas de militares y las feroces arremetidas de dirigentes que creen a pie juntillas que detrás de las rejas la verdad se callará ante la infamia.
¡Craso error! La verdad jamás se doblegará ante la mentira por mucho que esta se apoye en la bota militar y como siempre resurgirá resplandeciente para poner las cosas en su sitio.
Y en El Valle de Pedro González todo el mundo sabe cuál es la verdad. La verdad es que la denostada academia de beisbol cuyos directivos han sido encarcelados acusados de haber originado el problema, en realidad prestaba un apoyo invalorable a los jóvenes deportistas de muchas regiones del país, especialmente de la isla. El mejor ejemplo de este aserto es que uno de ellos acaba de ser firmado por los Filis de Filadelfia, equipo de las grandes ligas del beisbol.
La información del contagio en Margarita ya había sido denunciada por el médico y diputado de la Asamblea Nacional José Manuel Olivares tiempo antes. Pero en el gobierno lo negaron tozudamente hasta que las cifras brotaron con dedo acusador.
No puedo decir que no fuera un error la fiesta de celebración de la firma del joven pelotero que violó las normas de la cuarentena pero aquí habría que preguntarse dónde estaba la alcaldesa del municipio Gómez que la permitió y por qué se le impidió al gobernador actuar una vez que se conocieron los hechos. Es decir, por qué no se actuó en conjunto como ameritaba el suceso.
En Anzoátegui, los alcaldes chavistas han enfrentado al Covid-19 junto con el gobernador opositor Barreto Sira y los resultados no han podido ser mejores. Solo dos casos que ya han sido dados de alta. Por eso no entiendo por qué iba a ser diferente en Margarita si se hubiera actuado en el mismo sentido.
Todo esto no ha hecho más que revolver las aguas del mar de la Virgen bonita, un mar tranquilo que era el atractivo de buena parte del mundo, antes de que esta supuesta revolución lo contaminara con una ideología extraña a nuestra forma de ser.
Pero el margariteño se levantará cuando pasen estos virus -el virus chino y el virus socialista- y volverá a ser lo que antes era: el paraíso en el que Dios puso toda su confianza.
Se los digo con conocimiento de causa, porque yo nací ahí.
¡Qué vaina!, ¿no?
(*) Comunicador Social. Exgobernador. Ancla de Unión Radio 93.7 FM Puerto La Cruz.
SIN CENSURA. Noticias que te interesan. Pásalo.
Imagen: Cortesía de Viajar a Islas