Autor: Pedro Charlita Hidalgo
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Como resultado del proceso de revisión al papel tradicionalmente asignado a las universidades, iniciado a fines del siglo pasado en los Estados Unidos de América e Inglaterra, surge lo que se ha denominado la “tercera misión” que supone una ampliación de sus roles de docencia, investigación y extensión, la conduce a un campo propicio para ofrecer una contribución más visible y de mayor impacto a la sociedad, en términos de movilización de conocimientos y la obliga a transformarse en una universidad emprendedora.

La naciente misión requiere que las universidades, replanteen sus objetivos estratégicos, ejecuten nuevas tareas y reformulen otras e implanten o modifiquen políticas, normas y procedimientos.

Al igual que en el resto del mundo, la universidad venezolana está consciente del reto que tiene ante sí, aunque los resultados que a la fecha el compromiso arroja no sean los mejores.

Los grandes objetivos que soportan la tercera misión: la responsabilidad social universitaria y el compromiso de transformar el conocimiento en valor económico con especial referencia al caso venezolano.

Este objetivo, conocido también como “vinculación productiva”, en toda su dimensión, debe formar parte sustancial del quehacer universitario.

Gráfica: Doctor Pedro Charlita

En los tiempos actuales las universidades deben ser capaces de generar a través de la investigación, saberes esenciales fruto de la innovación y el emprendimiento de su talento humano, así como formar y actualizar a los profesionales encargados de su debida aplicación.

Las actividades de “tercera misión” o de “vinculación” se relacionan con la investigación, la enseñanza y el compromiso social y se basan en dos grandes objetivos: la responsabilidad social institucional de la universidad y transformar el conocimiento en valor económico, incidiendo en la competitividad y facilitando la innovación, la creatividad y el desarrollo cultural, científico y tecnológico.

En la economía moderna los activos intangibles tienen mayor peso en la producción, que la posesión de reservas estratégicas de materias primas. Las mismas consideraciones aplican para los países, incluso los que están en vías de desarrollo, donde el valor del conocimiento es determinante para su bienestar.

Si el conocimiento es el mayor bien de la era actual y son las universidades las instituciones llamadas a producirlo en cantidad y calidad significativa, es obvio que éstas deban atender eficientemente al desafío.

Para transformar el conocimiento en valor económico, las universidades han diseñado diversas modalidades que requieren crear o modificar estructuras, reformar programas de estudio y capacitar al personal en los nuevos procesos, amén de desplegar actividades de comunicación externa e interna que informen acerca del alcance y contenido de las nuevas actividades. Además, es preciso acordar otras medidas que refuercen la vinculación con el entorno, como la presencia de miembros de la sociedad civil en apoyo de instancias universitarias.

La Universidad y el Estado venezolano han comprendido la importancia que reviste la Tercera Misión universitaria y el tránsito hacia una universidad emprendedora y así lo han expresado en distintos instrumentos legales. Sin embargo, aún se hace necesario adoptar fórmulas de distinta índole, que posibiliten el tránsito a una gestión de actividades de vinculación vigorosa, eficiente y acorde con las exigencias del momento actual.