José Dionisio Solórzano / @jdionisioss
Rincón del Gurú-. Quienes trabajamos en el mundo de la comunicación política, en muchas ocasiones, creamos liderazgos de papel. Forjamos identidades moldeadas al fuego de las inclinaciones de la opinión pública y construimos circunstancias e historias que nos ayudan a crear mitos en torno a nuestros respectivos asesorados.

Estos líderes de papel se forman mediante el análisis de las aspiraciones, deseos y necesidades de los electores. Van a encarnar opiniones mayoritarias, y vertientes de la opinión de la colectividad, y en muchas ocasiones lo que éstos comienzan a representar no es en realidad lo que profesan política, ideológica y personalmente.

Este divorcio entre lo que “es el candidato” y lo que “está representando”, crea una brecha que por lo general se abre, hasta romperse en su totalidad, en el ejercicio del cargo por parte de nuestro asesorado.

Por ende, el liderazgo creado por el consultor debería basarse en rasgos, criterios y estilos que tengan consonancia con los planteamientos originales del candidato.

Si nuestro asesorado cree en el aborto, ¿cómo crear un discurso pro-vida?; aunque sí es posible, no se debería hacer, porque existe una alta probabilidad que él, al obtener el cargo que aspira, dará rienda suelta a sus reales opiniones sobre el tema.

El discurso político y el mensaje de campaña deben tener ilación entre lo que piensa el candidato y lo que piensan los electores.

Sí, es verdad. Las campañas son plataformas donde los candidatos dicen lo que los votantes quieren escuchar, no obstante basar toda una imagen política en una mentira, al final no traerá buenos resultados.

El liderazgo de papel se desmorona al tener contacto con el agua. Los asesores de comunicaciones, marketing político o de imagen pública, deben crear una proyección comunicacional que se parezca al candidato y que cumpla necesidades y aspiraciones de los electores. De esta forma, garantizaremos que el “producto que se venda” sea el mismo que los públicos meta constatarán al momento de verlo gobernar.

Es menester que los consultores políticos centren sus estrategias en realidades y no en falsas premisas que al final pueden costarle la elección al asesorado o, peor aún, costarle tiempo a la ciudadanía que esperaba algo y no lo recibió.

Tomemos como ejemplo un momento a Donald Trump, el actual presidente de los Estados Unidos, su personalidad avasallante, fuerte, destemplada y, porque no decirlo, grosera hizo que ganara las elecciones, y su comportamiento en el poder no ha variado ni un ápice.

Trump es Trump como candidato y como presidente; él es tal siendo un magnate o un conductor de Reality Show, sus asesores trabajaron con lo que tenían y le sacaron el jugo a tal extremo que obtuvieron el dulce resultado de la victoria.

¿Mintieron? ¿Corrieron riesgo de vender un producto falso? Obviamente que no.

En conclusión el liderazgo que se construya debe ser cimentado en valores ciertos, opiniones reales y una personalidad que sea natural, si optamos por lo contrario tendremos en nuestras manos un líder de papel.

¡Comunícate y hazlo bien!

Imagen: cortesía de Analítica.com