José Dionisio Solórzano / @jdionisioss
Rincón del Gurú-. En las comunicaciones políticas y corporativas el juego de las expectativas de los públicos objetivos es fundamental para el éxito de las campañas.
Conocer qué quieren nuestros clientes o electores es esencial para la construcción de los mensajes específicos para cautivarlos.
Crear expectativas sobre el producto, el bien o servicio, o sobre las propuestas electorales del candidato o del partido, es la clave para lograr que nuestros mensajes tengan posicionamiento en el ánimo de nuestros públicos específicos.
Recuerden que ganamos o perdemos elecciones o espacios en el mercado en la mente de los electores o consumidores.
Ganamos una elección o incrementamos los índices de venta de nuestros productos en la mente, en los deseos de nuestros votantes o clientes.
Si logramos construir un mensaje acorde con las necesidades, expectativas, querencias, visiones o concepciones de nuestro nicho de mercado entonces lograremos ganar.
Sí, las comunicaciones no inician en la estructuración del mensaje, sino en la construcción de un mapa conceptual, tanto sociológico como psicológicos, de nuestros clientes políticos o comerciales.
Si carecemos de un conocimiento previo, de un estudio cualitativo y cuantitativo del mercado es como ir a la batalla sin conocer el campo donde nos enfrentaremos con el ejército enemigo.
Los antiguos generales enviaban soldados de reconocimiento del terreno, se reunían con cartógrafos y vecinos de las cercanías, para determinar la realidad del ambiente donde se presumía que se iban a realizar la batalla, esto le daba una noción clara para la realización de las estrategias y la ejecución de las tácticas de combate.
Ir a una batalla política-electoral o comercial sin conocer el terreno donde se librará el combate, es acudir con la palabra “derrota” marcada en nuestra frente.
Son las mentes de nuestros clientes o votantes donde tenemos que ubicar nuestros mensajes y repercutir cada una de nuestras acciones de mercadeo, comunicaciones y relaciones públicas, por ende, el dato previo es fundamental.
Tenemos que conocer ¿cómo es el cliente? ¿Qué siente? ¿Cuáles son sus expectativas y/o sueños? ¿Qué pretende alcanzar o que necesidades quiere satisfacer? Solo respondiendo estas presuntas podemos aplicar los mensajes y códigos necesarios para crear expectativas favorables hacia nuestro producto, servicio o asesorado.
Cuando estructuramos planes comunicacionales o aplicamos medios de creación de percepciones tenemos que considerar las emociones y expectativas, el marco de referencia psicológico de cada uno de los clientes.
Es a través de este medio que podemos alcanzar el objetivo, podemos tener presencia sólida y efectiva; es sólo así que ganamos una elección o nos posicionamos en el mercado comercial.
¡Comunícate y hazlo bien!
Imagen: cortesía de la Revista Mercado.