José Dionisio Solórzano / @jdsolorzano
Rincón del Gurú-. La fuerza siempre ha sido una forma de comunicación cuando de política se trata. Los líderes que no dan demostraciones de fuerza, pierden rápidamente su liderazgo. Todos los pueblos del mundo buscan líderes fuertes, que garanticen seguridad, guía y protección a las comunidades humanas que llamamos sociedades.
Cuando un líder pierde su imagen de “hombre fuerte” o por lo menos la sensación o percepción deja de ser tal, su liderazgo decae y es propenso, más temprano que tarde, a perder el poder. Y no crean que este tipo de necesidades sociales se circunscribe a las naciones denominadas del “tercer mundo”, vemos como en países desarrollados el liderazgo de algunos se fomenta en la fuerza que transmiten.
Por ejemplo, estuve escuchando las declaraciones de varios electores de Estados Unidos que afirmaban que votarían por Donald Trump porque “él tiene la fuerza de guiar este país”, mientras que sus pares que lo harán por Hillary Clinton afirmaban que “ella ha demostrado experiencia y fuerza en los puestos que ha ocupado”.
¿Coincidencia? No lo creo y permítanme reforzar esta idea.
Cuando las mujeres han ganado elecciones es que han demostrado que poseen la “fuerza suficiente” para conducir los destinos de una nación. Margaret Hilda Thatcher, la denominada “dama de hierro”, se ganó su espacio en una nación conservadora y no sólo eso sino que fue demostración de “coraje” y “fuerza”. Actualmente en la desarrollada Alemania, Angela Merkel, es la Canciller de aquella nación y la “jefa” tutelar de los europeos occidentales. La Rusia actual es guiada por un “hombre fuerte” como Vladimir Putin; Mariano Rajoy hace los propio en España y en otras naciones desarrolladas está ocurriendo lo propio.
Una de las críticas más duras que ha recibido el actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica es su carencia de “fuerza” para “hacer respetar a los EEUU en el mundo”. Pareciera que a pesar del liderazgo e influencia que Barack Obama llegó a poseer en la opinión pública de su nación y fuera de ella, su legado a la posteridad estará marcado por su “falta de fuerza”. Entonces, la fuerza es un canal de comunicación. Cuando un dirigente político demuestra fuerza, la cual por cierto no es necesariamente sinónimo a fuerza física, o a lenguaje destemplado, se ganará un espacio importante entre los electores de su comunidad, estado o nación.
Otro ejemplo de un liderazgo desvanecido, por falta de “fuerza”, es el del Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, su imagen de hombre manipulable y sin ánimos ha acelerado su caída en las simpatías entre su propio partido. Maduro, que ha llevado un gobierno cuestionable, pudo mantener más empatía con sus electores si hubiese transmitido más fuerza de lo expresado; su carácter débil y dubitativo lo ha llevado a descender a pasos agigantados en los sentimientos nacionales, llegando a tener más de un 80% de rechazo. Los venezolanos lo ven sin la capacidad, ni la fuerza para solucionar los problemas naciones. Es esta la mayor tragedia política para él y sus seguidores.
Es decir, la fuerza bien transmitida es sinónimo de simpatías electorales. ¡Comunícate y hazlo bien!
Imagen: cortesía de www.bahia.com