Luis Eduardo Martínez Hidalgo http://luiseduardomartinez.com
Comienzan las vacaciones en el sistema educativo venezolano. Millones inician un tiempo de asueto seguramente bien merecido; infinidad de familias se toman un descanso que permite retomar fuerzas para, al volver en septiembre, adelantar nuevas empresas con entusiasmo.
El pasado viernes el ambiente que se respiraba en nuestras oficinas de la Universidad era de alegría y más de uno tenía consigo su mochila para no perder una sola hora del período vacacional. Las conversaciones giraban en torno a donde iría cada quién y de las expectativas de muchos por reencontrarse con familiares y amigos. Una y otra vez respondí a los que me interrogaban sobre mi destino en las próximas semanas: “voy a recorrer Monagas, pueblo por pueblo, caserío por caserío, a conversar con su gente que es extraordinaria, a motivarles, organizarles, a contribuir en suma por el cambio positivo que todos demandan”.
En mi primer día de mis escogidas vacaciones, grabo un programa para la televisión –me entrevista Estrella Velandia, un icono del periodismo regional- y en esta señalo que era mi decisión firme continuar –y enfaticé en el continuar, porque hace más de un año que dedico cada minuto libre a fortalecer la opción opositora- trabajando muy duro por los candidatos de la unidad democrática a la Asamblea Nacional. Confié, a mi entrevistadora, que hacía pocas horas había nacido mi nieto, Adrián Elías, y que cuando lo tuve en mis brazos por vez primera reflexioné acerca de la Venezuela en la que merece crecer. Quiero para él una nación prospera, con calidad de vida, con oportunidades de realización plena, buenas escuelas y hospitales, con servicios públicos que funcionen, en la cual se encuentre en todo momento seguro y que su vida no esté en riesgo por la delincuencia desbordada, donde se respete al ciudadano y a la Ley y no sea necesario humillarse, en colas interminables, para adquirir lo que se necesite.
No es este, el que ahora padecemos, el modelo en el cual Adrián Elías, ni ningún niño o niña, tiene que crecer pero para que sea diferente es necesario contribuir en lo que sea posible.
La inconformidad es general. Espero ahora los resultados de la última encuesta que contratamos y si bien no tengo aún resultados definitivos, el responsable de la encuestadora me adelantó telefónicamente que la evaluación de la gestión gubernamental y la opinión sobre la situación económica-social es todavía peor que la del mes precedente que ya tocaba el 80 % negativo. Esa inconformidad general con el actual estado de cosas debería ser elemento motivador para incorporarse a lo tanto por hacer para construir, por la vía electoral, democrática y pacífica, una alternativa cierta de un país mejor, pero pareciera que aún el común se limita a quejarse sin decidirse a aportar su granito de arena en la búsqueda de soluciones.
Andrés Eloy Blanco, en “El Hijo ausente”, expresó: “Cuando se tiene un hijo, se tiene todos los hijos de la tierra.” Por nuestros hijos, por nuestros nietos, que son entonces todos los hijos, todos los nietos de esta tierra nuestra, sobran las vacaciones y faltan ocasiones para motivar y organizar para que el descontento encuentre salida.
Ya en mi segundo día de vacaciones parto, de madrugada, para el sur de Monagas. Desde muy temprano, acompañado por un equipo extraordinario de líderes –a la cabeza de ellos Jesús Casaneiro, nieto de un referente del adequismo, Carmen Brusco- recorro durante horas Barrancas del Orinoco, casa, por casa, calle por calle. Luego participamos en asamblea de vecinos en Mata Gorda y el domingo tras misa en la iglesia de San Rafael Arcángel, recorrido por el majestuoso Orinoco para encontrarnos con los pobladores de Apostaderos. Cae la tarde y toca el turno de los representantes de distintos sectores del Municipio Sotillo, incluidos Concejales para cerrar con visitas a familias seleccionadas.
Cuando cerca de medianoche regreso a Maturín, reflexiono acerca de las dos constantes de las horas recientes: una, todos, absolutamente todos los contactados –varios incluso de camisas rojas- proclaman la urgencia de un cambio y nadie, pero nadie de los dirigentes y activistas que me acompañaron, piensan en vacaciones. Así debe ser.